miércoles, 21 de noviembre de 2012

Educación, competitividad y mercado: Las bases de la desigualdad en Chile


Al andar de un año de las masivas manifestaciones estudiantiles y sociales por cambios y mejoras en la educación y el reclamo de gratuidad y calidad en todos sus niveles, se sigue construyendo una profundización que va en sentido contrario a lo que la ciudadanía demanda y peor aún, con el correr del tiempo, se va produciendo un crecimiento en la brecha entre los ricos y la clase trabajadora.
Desde la revolución francesa la educación ha sido un tema importante para la construcción y desarrollo de un país. Los proyectos educativos han pasado de ser quiméricas propuestas a productivas soluciones, viendo en la actualidad a la educación como un mercado más para producir ganancias junto al inmejorable beneficio de expandir y reproducir una determinada concepción del mundo. La educación en Chile normada por más de veinte años por la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) fue remplazada, producto de la movilización estudiantil, el año 2009 por la Ley General de Educación (LGE), un macro acuerdo que establece bases y supuestos que debiesen cumplirse en el plano educativo en el país, pero que no explicita el modo de consecución de dichos objetivos.
No obstante, en ambos casos el planteamiento formal o legal de la educación parte de un hecho fundamental y que determina toda construcción posible de la educación en Chile, aun cuando esta fuera gratuita, en el que se establece que es la familia quien en su libre decisión opta por tal o cual institución y se hace responsable de dicha elección, es decir, el Estado pasa a un lugar secundario al no poder establecer criterios y normas sobre las cuales debe efectuarse la educación a cada persona ni proporcionar una real igualdad de condiciones educativas reales, pues permite la existencia de establecimientos con proyectos autónomos inclusive de los planes y programas del Mineduc, lo cual establece como base que la educación sea considerada como un “servicio” de acceso privado.
¿Cuál es el problema de todo esto? Que aun existiendo gratuidad en la educación en todos sus niveles, seguirá habiendo proyectos educativos que podrán diferenciarse y junto con lucrar, desarrollar proyectos ideológicos en esas instituciones, lo cual que se mantiene incorruptiblemente. De ahí que, por ejemplo, uno de los sostenedores más grandes e importantes del país no haya indicado nada sobre el cómo debiese ser la educación en su sentido igualitario y equitativo, me refiero a la Iglesia Católica, porque sus establecimientos, particulares en su mayoría, poseen una fuerte carga formativa vinculada a los principios de la Iglesia, como a su vez las otras religiones y minorías construyen cada una establecimientos educativos en base a sus creencias, sin establecer “necesariamente” un marco educativo común con lo solicitado por el Estado a través de los planes y programas educativos. Es decir, la base de la desigualdad está dada en el principio liberal que permite la existencia de múltiples proyectos educativos. Pero además el rol de la educación pública que vendría a ser la contraparte por la cual el Estado imprime y logra sus objetivos declarados de formación con igualdad, equidad, universalidad, etc, etc, no tiene formas de implementación directa puesto que los establecimientos dependen de cada municipio, lo cual está asociado a los planes de los gobiernos municipales, quienes además se encuentran con serias deficiencias económicas como para implementar proyectos educativos capaces de “competir” con los privados.
La competitividad llevada a todos sus niveles y espacios ha sido el puntal ideológico del Neoliberalismo, la disputa por ser el mejor y el más capaz. Una vuelta a la areté (virtud) griega que tanto deslumbró al filólogo alemán Werner Jäeger, que es la cualidad desde donde se originaba la distinción de las clases entre los griegos y surgía la aristós o aristocracia. Algo que hoy tiene su propio modelo instaurado en colegios y universidades, pero por sobre todo en el modelo social. En Chile existe una aristocracia que compite entre sí, ellos no se ven ni amenazados ni amedrentados por posibles trabajadores que destacándose les arrebatarán el poder, pues en el afán competitivo siempre tendrán los recursos para validar los conocimientos de su clase en espacios de mayor reconocimiento, Harvard, Oxford, Princeton, Columbia, MIT, etc, etc. Por lo que la utópica visión de que la educación promovía la igualdad o que genera movilidad social está más cerca de ser una quimera que una realidad, ya que por muy buen profesional que se sea en Chile, titulándose incluso en Ues privadas, siempre se tendrá un segundo lugar porque el capital social y cultural dado por el origen socioeconómico sigue siendo un valor agregado que se considera al examinar los Currículums.
En este sentido, la existencia de la educación dentro del mercado es algo que le subyace a la realidad que se ha estructurado en el país, es decir, al modelo económico y no una corrupción de los sostenedores, porque la lógica ideológica de la competitividad se materializa en una realidad llamada mercado y cada proyecto educativo alternativo que se levante irá en este sentido, incluso el de la gratuidad. Defender lo público es necesario, pero también lo es el proponer un modelo educativo completo que cambie la mirada ideológica de la competitividad, algo que está muy lejos de alcanzarse si pensamos en que las discusiones de las mallas curriculares en las universidades hoy están incorporando esta condición.
Así, la educación se vuelve ideológica y funcional en su visión competitiva, reproduciendo una lógica instalada en la sociedad como la posibilidad de superación; el mercado. De ahí que toda realidad posible contenga como base la desigualdad, cambiarlo supone hacer una revolución en el sistema y cambiar el modelo económico y político, mientras siga así, solo queda observar como se reproduce y amplía la brecha y cada día salen miles de profesionales a los que se les aplica la lógica del mercado; a mayor demanda menor oferta, precarizando su puesto laboral y negando toda posibilidad de movilidad social, ya que el trabajador seguirá siendo un trabajador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario