lunes, 5 de noviembre de 2012

Panóptico y obscenidad. Dicotomías de una estética pagana


La mirada inquieta e intrigante de un observador sobre la casa contigua en la que una mujer camina, hablando por celular mientras se desnuda, no es más que una reacción natural y cotidiana de cualquier ser humano frente al desnudo. Esta atracción de la mirada es provocada por el deseo de conocer lo que diariamente se oculta bajo telas que moldean el cuerpo. Sin embargo, la pasividad del observador y el rol activo del que provoca la mirada posee un carácter peculiar si lo pretendido es querer ser visto, porque el mostrarse hoy forma parte de nuestras acciones cotidianas.

La obscenidad, definida teatralmente como aquello que está fuera de escena, ha sido cuestionada por una moralidad discursiva judeo-cristiana que considera el acto oculto como sucio, asqueroso e indigno, donde esta misma moralidad obliga a ocultar acciones naturales de manifestación de afecto y amor. Lo obsceno parecía cumplir su función como aquello que está fuera de foco y no es posible siquiera de advertir, produciendo una dicotomía protocolar entre las acciones públicas y las privadas. No obstante, la realidad comunicacional que hoy nos dan las tecnologías, nos permite jugar con el panóptico de cámaras creadas inicialmente para ser vigilados, pero que hoy rompe con la privacidad por iniciativa propia. El mostrarse ha evidenciado que la secularización cultural ha permitido re-significar la concepción del placer, dónde la búsqueda de este ha dado pie para la realización de las fantasías, sin cargar con una crítica moral que nominaliza como pecado todo acto relacionado a la satisfacción del placer.  

El espionaje institucional, al estilo del Gran Hermano de Orwell, ha sido sociabilizado, permitiendo a cualquier individuo observar la “intimidad” de otro y mostrar la propia, dejando abierta la posibilidad de conocer aquello que precisamente se debía ocultar. Con ello, la webcam hoy no solo permite conectar espacios y zonas horarias distintas, sino también intimidades, compartiendo aquello que estaba reservado y que además era moralmente cuestionado al ser mostrado; el acto sexual.  No obstante, experimentos como la Casa de vidrio o los Realitys shows son evidencia suficiente para preguntarnos sobre esta curiosa acción voyerista, pero también exhibicionista que tenemos los humanos. Acá no solo se trata de un querer ver, sino también de un querer mostrar, motivado por el solo hecho de sentir placer. El deseo ahora cumple una doble función, rompiendo con la lógica de oposición al placer, ya que en este contexto el propio deseo se vuelve placer, saltándose la acción placentera que satisface ese deseo, es decir, la concreción del placer mediante el acto sexual. Ahora, el rol activo de una estimulación por la imagen lleva asociado el acto masturbatorio pero en un segundo plano, ya que la satisfacción es provocada por el ver y mostrar más que por la estimulación física.

Hoy el uso del Internet como canal de acceso a material de connotación sexual no está solamente asociado a la existencia de una gran cantidad de páginas porno, sino que también está convertido en una herramienta para practicar actos de tipo sexual, ya sea mediante la observación o sencillamente con la exhibición de las partes íntimas o de masturbación de las mismas. De hecho, un dato que podemos sumar es el gran incremento de páginas pre-pago de shows por webcam en este último tiempo, haciendo proliferar un nuevo tipo de prostitución: la de la imagen.   

No obstante, a todo este desarrollo tecnológico observado, me gustaría agregar la reflexión sobre la consideración de estética pagana, cuya antesala se puede rastrear en la década de los ´50 cuando  el periodista Herb Caen usaba el término Beats para referirse en forma peyorativa al grupo de jóvenes escritores norteamericanos que protagonizan la famosa novela En el camino de Jack Kerouac. Allen Ginsberg, Neal Cassady, Williams Burroughs y el propio Kerouac encabezarían el desarrollo de una actitud y forma de vida contracultural, donde el sexo ocupaba una verdadera subversión moral. Esta valoración de la rebeldía de una liberación sexual era dejada por escrito en concepciones de la vida y la sociedad que daban paso a una poética de lo obsceno. Una vuelta hacia la insurrección sexual del Marqués de Sade donde la oposición conservadora de la moral judeo-cristiana buscaba mecanismos que reprimiesen la nueva, pero en realidad tan antigua como el ser humano, actitud sexual. Sin embargo, la propia necesidad natural del ser humano por el sexo ha encontrado espacios para manifestarse en el propio desarrollo cultural y las prácticas modificadas por las relaciones sociales y sus dispositivos comunicacionales, readecuándose con re-significaciones de lo placentero. Esto es una búsqueda de la realización interna inmaterial que se va abriendo camino en prácticas estéticas del cuerpo, del deseo y del placer. Una evidencia más de que lo material no lograr satisfacer completamente al ser humano. 

2 comentarios:

  1. Interesante tu crónica, muy en la línea de análisis de Baudrillard. Las reflexiones de el francés sobre el porno y lo obsceno, su denuncia de la engañifa de la "liberación sexual", la conformación de una "pornosfera", como una parcela de la proliferación de la interfaz mediática deben ser leídos con más atención de lo que se hace habitualmente.
    Pero me permito una disgreción. Si duda que los aparatos tecnológicos han intensificado la pasión de exhibición y el deseo de mirar lo oculto y prohibido, que todas las cultural lo han tenido. En el fondo, más allá de la internet y los aparatos tecnológicos, seguimos siendo las mismas bestias de hace 50.000 años atrá.
    Nuestro aparato perceptivo no ha cambiado un ápice desde el momento de la hominización. Seguimos siendo igual de pasionales, seguimos con las misma pulsiones.
    Las prohibiciones no se han modificado sustancialmente. Y las estrategias de subversiones de estas siguen estando determinadas por aquello que Benjamin llama "porosidad".
    La realidad nunca es tan sólida como para ser impenetrable, ni tan difusa como para ser totalmente imperceptible. Se trata de el ejercicio de individuación como una práctica de liberación permanente
    La cámaras web, los espejos ocultos, las revistas pornos suecas, las operas picarescas, los carnavales... todos estos fenómenos respondea al viejo deseo de dejar de ser el que se es.
    Saludos

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  2. Braulio, comparto todo lo que tu dices, de hecho el pie encima que puso la moral judeo-cristiana con el machismo incluido ha sido la que ha condenado la propia condición humana. De ahí que la internet y la webcam sean hoy dispositivos que se re-utilizan, re-significando con ello el carácter primordial, el de vigilar, como lo es al menos en su origen la utilidad de las cámaras. El tema es que nuestra propia esencia se manifiesta y re-acomoda esos dispositivos y los usa a su haber. Mi intención no es seguir a Baudrillard ni a Benjamin, pero si entrar en diálogo sobre nosotros y nuestras prácticas, más allá de pensadores y filósofos que nos hayan antecedido, aunque tampoco sin dejarlos fuera. Saludos y gracias por el comentario. Un aporte.

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