Desde hace mucho tiempo
resuena el eco alegre del triunfo democrático por el cual se puso fin a la
Dictadura militar, cuya algarabía fue tanta en ese momento que se extendió por
20 años como la repetición de un disco en mal estado. Pero al mirar lo sucedido
posteriormente y el actual momento que atraviesa la sociedad chilena nos es
posible advertir una serie de “eventos desafortunados”, por llamar de algún
modo a todas esas decisiones y acciones que se llevaron adelante como parte de
un supuesto programa que definía la vida democrática como supresión de la
diferencia, pues, en efecto, la política tendió siempre a caminar por el
acuerdo impositivo de un sector que en Chile siempre ha sido una minoría. Ahora
bien revisemos brevemente algunas consecuencias en esa pequeña historia de los
últimos 25 años.
El triunfo del NO y su
eslogan que indicaba una alegría futura suprimió de facto el sentimiento
profundo del dolor, el temor y angustia ante un país lleno de injusticias y
arbitrariedades que durante 17 años tuvo como discurso principal el
anti-comunismo, dando la esperanza que todo podía cambiar y que además eso
provocaría la alegría (entiéndase dignidad) de vivir mejor. Sin embargo esa
utópica posición y proyección política tenía como resultado inmediato el
triunfo del modelo que se impuso mediante la Dictadura, pues era someterse a
las reglas del juego pre-establecidas en una Constitución fraudulenta, pero
además llena de vicios justamente anti-democráticos en que una minoría siempre,
sin importar los resultados electorales, se ha visto favorecida.
Pero el problema no se
detiene ahí, que ya es muchísimo. Sino además ese hipotético triunfo trajo
consigo una serie de acuerdos que pretendían, y en gran medida lo lograron, hacer
borrón y cuenta nueva, algo así como comenzar una nueva independencia
legalmente establecida, luego de una “supuesta” guerra civil por esa independencia
que se obtuvo con el Golpe de Estado del “cáncer marxista”, de ahí la figura
pletórica de Pinochet como Capitán General, grado solo ha sido sustentado por
el llamado padre de la patria Bernardo O´Higgins. Entonces, a partir de esta
constitución se ordenaba el curso estable de lo que ese sector minoritario
definió cómo la correcta forma de vivir en democracia, con acuerdos y
limitaciones que desde el primer gobierno concertacionista de Aylwin se han
visto beneficiados, por ejemplo, acuerdo para no investigar los casos de las
privatizaciones de las empresas estatales llevado a cabo en Dictadura, intento
y esto es muy sospechoso, por eso no solo es dudosa sino también inverosímil la
posición de desconocimiento de las violaciones a los derechos humanos por parte
de ese sector minoritario que gobernó junto al dictador, promover la misma amnistía
(olvido en griego) para los delitos de lesa humanidad cometidos por los
militares, mantenimiento del modelo en sus bases fundamentales de salud,
educación, vivienda, previsión y sistema tributario, asimismo como del sistema
electoral y conservación de la institucionalidad adquirida de las fuerzas
armadas. En fin, todo un conjunto que solo hacía mantener lo fijado por medio
de un terrorismo de Estado.
Entonces cabe
preguntarse ¿Qué tuvo de positivo el triunfo del No en Chile? Una cosa, poner
fin a la arbitrariedad que era tan grande que la diferencia era desaparecida,
silenciada, asesinada y torturada. El NO puso fin al Terrorismo de Estado. Ese
fue el triunfo, más no significó ninguna otra cosa, pues todo lo demás ha sido
con el beneplácito de un poder económico que saca bien sus cuentas y permite
hacer algún pequeño cambio que signifique siempre más crecimiento económico
para el consumo, pues la política de los bonos es una muy social forma de
traspasar fondos públicos a los privados, pues aumenta la capacidad de consumo
de una familia por una vez al año entregándole esos fondos en la compra al
propio privado. Pues hoy en Chile todo tiene un valor monetario.
En este sentido, Piñera
ha sido el presidente más concertacionista de todos, pues ha sido pragmático en
todo sentido contraviniendo incluso posiciones pactadas como el 10% del cobre
en las fuerzas armadas, el voto voluntario o la cobertura económica desde el
Estado a los estudiantes de Educación Superior, pero como todo se ha
visibilizado como verdaderamente es, como política de derecha, ha producido un
estado de subjetividad social distinta que ha presionado a los dirigentes
políticos que triunfaron con el NO a hacerse eco de sus demandas, cuestión que
ha provocado un cambio en el escenario político, esta vez el voto no será para
mantener el actual estado de cosas como ocurrió en las siguientes elecciones
desde 1988, sino para cambiarlas. Se corrió la meta triunfalista a la que
estaban acostumbrados ciertos dirigentes políticos. Hoy la ciudadanía demanda
más porque perdió el miedo en las nuevas generaciones, lo que obliga a los
sectores políticos a mantenerse en convicciones y no en conveniencias
económicas, cuestión que solo se podrá ver en un próximo gobierno, ya que si no
se cumple con lo propuesto se tenderá hacia caminos aún más caudillistas que
los que estamos presenciando hoy en las distintas candidaturas.
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