Introducción
(Este extracto corresponde a la introducción del libro "La vía chilena al Socialismo. El pensamiento político de Salvador Allende")
Los filósofos no han
hecho más que interpretar de diversos
modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.
K.
Marx, XI Tesis sobre Feuerbach
Esta famosa interpelación de Marx hace más de 150 años sigue estando
vigente en una actualidad tan vertiginosa como desmesurada. La desigualdad, el
consumo, el individualismo, la competencia, los medios de comunicación y la
conexión global nos hacen creer que vivimos en un mundo instantáneo, sin historia
y en un eterno presente. No obstante, esta actualidad construida sobre diversos
procesos de luchas y aplastamientos no puede quedar indiferente sobre sus
causas y orígenes, como tampoco puede ser reflexionada críticamente sin
considerar los caminos alternativos de la historia en los intentos por cambiar
el curso de la misma, ya que el ser humano entre sus múltiples condiciones y a
pesar de los diferentes intentos de aniquilación de su subjetividad, conserva
su ser histórico.
Mirar el pasado no es un ejercicio limitante, muy por el contrario, es
un acto de apertura y ampliación del horizonte para una comprensión de la
actualidad y una proyección del futuro, siendo justo a ese mirar hacia el que
dirigimos esta exigencia de Marx, pues no se trata de ir en búsqueda de una
nueva interpretación del mundo sino de un conocimiento que nos permita
construir otra realidad, ya que el sentido no es conocer la historia para su
conservación sino para su ruptura, en una actitud que es propia del
conocimiento histórico, porque tal como nos lo
dice Eduardo Galeano
“toda memoria es subversiva, porque es
diferente, y también todo proyecto futuro. Se obliga al zombi a comer sin sal: la sal, peligrosa, podría despertarlo. El
sistema encuentra su paradigma en la inmutable sociedad de las hormigas. Por
eso se lleva mal con la historia de los hombres, por lo mucho que cambia. Y
porque en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su
respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación.”[1]
En este sentido, el presente trabajo se enmarca dentro de los estudios
del pensamiento y la filosofía latinoamericana. Esta vertiente, poco reconocida
en la academia chilena, hoy se revela como una contrahistoria del pensamiento, ya que centra el esfuerzo de su
trabajo no solo en autores olvidados y eliminados del recorrido intelectual por
quienes privilegian, en las diferentes ciencias sociales y humanas, el estudio
sistemático de las concepciones racionalistas y positivistas europeas y
norteamericanas, en una acción que conserva uno de los mayores vestigios de la
cultura colonial del siglo XVI, sino también como una forma de romper con el
dominio hegemónico y de negación de nuestra propia condición mestiza. Volver la
mirada sobre nosotros mismos ha tenido como consecuencia un desarrollo
sostenido de novedosas y particulares metodologías de análisis, rompiendo, de
algún modo, con el dominio epistemológico de teorías completamente exógenas que
se instruyen y aplican en los estudios académicos sobre América latina, cuyas conceptualizaciones
y teorías terminan reduciendo nuestras particularidades y creaciones a
epifenómenos del pensamiento y la cultura europea.
No obstante, no se puede negar que el desarrollo del pensamiento
filosófico y político, como también de la cultura de nuestra América, están
marcados por el avance de Occidente. La europeización y el cosmopolismo
realizaron grandes modificaciones a la sociedad latinoamericana durante el
siglo XIX. Las huellas y vestigios del liberalismo y el positivismo son
condicionantes de nuestro desarrollo socio-cultural y político, encontrándose
aún presentes en las nuevas construcciones sociales, porque como bien lo señala Leopoldo Zea, “la historia de las
ideas de esta nuestra América no se refiere a sus propias ideas, sino a la
forma como han sido adaptadas a la realidad latinoamericana, ideas europeas u
occidentales.”[2]
Esta apropiación
cultural[3] como
la denomina Bernardo Subercaseaux, la abordaremos del que, a nuestro entender,
es un concepto más claro para afrontar el desarrollo cultural latinoamericano,
puesto que hace una reivindicación de nuestra condición mestiza por sobre
aquellas que abordan la realidad sociocultural de América latina como un
epifenómeno de Occidente. De esta manera hemos decidido llevar adelante nuestro
estudio teórico desde la explicitación de la transculturación que sufren las
ideas apropiadas desde el viejo continente.
Este concepto de
transculturación, desarrollado por
Fernando Ortiz y utilizado por Ángel Rama en sus estudios literarios, lo
entendemos como el vocablo que mejor explica el transcurso que sufren las ideas
asimiladas, ya que en este proceso se genera una síntesis de las ideas
extranjeras y las propias para originar un nuevo pensamiento. La modificación
cultural en los nacientes estados nacionales se produce inicialmente por “la inmigración de
ciudadanos europeos en número progresivo a partir de mediados del XIX hasta
alcanzar la segunda década del XX, contribuirá por una parte, a fortalecer los
procesos de creación, aceptación y transmisión de nuevos valores, objetos y
acciones de la cultura y, por otra, a disolver algunos de los patrones
culturales ya existentes.”[4] Por lo que esta fase resulta crucial para
nuestro trabajo, ya que al recoger el antecedente del modo y estado en que
surgen las ideas reivindicativas y revolucionarias, podemos reconocer las
características de la construcción del imaginario político de las clases populares, y la posterior
formación de los partidos políticos de izquierda en Chile. Así, el estudio de
este fenómeno se vuelve importantísimo para comprender la raíz del pensamiento
político de Salvador Allende.
En este sentido, esta investigación se vuelca sobre los acontecimientos
socio-culturales en los que es posible advertir el antecedente histórico
anterior que origina los postulados fundamentales que dan sentido e identidad
al proyecto político-social de la Unidad Popular. Bajo esta óptica, entonces, apreciamos
el pensamiento político de Salvador Allende como una filosofía de la praxis.
Ahora bien, antes de proseguir, debemos señalar algunos antecedentes
sobre esta filosofía para comprender desde otra vereda, es decir, desde la
heterodoxia, el carácter marxista del pensamiento político de Salvador Allende.
En primer lugar, hay que decir que este concepto de praxis tiene su
origen en las lecturas y el estudio del italiano Antonio Labriola[5]
sobre el materialismo histórico, y que posteriormente fue recogido por Gramsci
en sus análisis e interpretaciones del marxismo[6].
Este concepto sirvió para nombrar la nueva filosofía que inauguraba Marx[7],
cuyos fundamentos están señalados en las Tesis sobre Feuerbach[8].
En éstas, se establece el hecho novedoso de radicar el surgimiento de la teoría
en y para la acción, por tanto se nutre en y con la
práctica social.
Esto rompe definitivamente con la filosofía puramente formal y
metafísica anterior, abriendo un nuevo horizonte para la práctica intelectual.
De este modo, estudiar a pensadores latinoamericanos como promulgadores de
postulados filosóficos es a contracorriente, más aun si estos no son
intelectuales que integran la academia, sino que son políticos o al menos
tuvieron una definición y participación política en el momento que les tocó
vivir. Por lo que la crítica, hecha por Marx, a los modos de interpretar el mundo
de parte de los filósofos, marca el inicio de una nueva manera de hacer
filosofía, y también de comprenderla.
De este modo, nuestra labor investigativa
se inicia en el estudio del pensamiento y la cultura chilena dentro del
contexto de los estudios latinoamericanos, centrando el análisis en las formas
por las cuales adquieren identidad las ideas políticas occidentales con la
realidad socio-cultural de nuestro país. Este fenómeno manifestado en diversas
expresiones termina construyendo, a
contracorriente de lo señalado en la historia oficial, un acervo intelectual y
artístico de carácter popular, vanguardista y propio.
El estudio de la denominada Vía chilena al socialismo se encuadra
dentro de la necesaria mirada a la historia de los hechos y planteamientos
sociales, pero también de las formas discursivas no clásicas de las ideas
políticas y filosóficas. Esto lo hacemos con el propósito de comprender la
construcción de las ideas programáticas que como sujetos de clase lograron
desarrollar los estratos populares y los partidos políticos que conformaron la
UP, más allá de un dogmatismo teórico ortodoxo y con diversas carencias en la
teorización que se desarrollaba al respecto.
Dentro de este reconocimiento de las ideas que configuran las bases del
proceso chileno, consideramos que el pensamiento político de Salvador Allende
fue un elemento central y articulador de esta construcción, más allá de su rol
como presidente y líder del proceso social de la Unidad Popular. Esto motivó
que el eje de nuestro trabajo entrecruzara ambos temas como partes
complementarias de un todo, ya que no se puede comprender la vía chilena al
socialismo sin estudiar el pensamiento político de Salvador Allende, como
tampoco se puede abordar este último sin comprender los antecedentes
socio-culturales de la vía chilena.
Lo anterior nos permite establecer un primer principio a considerar para
nuestro estudio, Salvador Allende no es un teórico de la política, ni un
intelectual académico, sino más bien, es un político en toda su dimensión y
como tal se encuentra inmerso dentro del clima social y cultural del periodo
que le tocó vivir. En esta dirección, el desarrollo de este texto se inicia con
una mirada analítica a la historia social chilena y al desarrollo de su
identidad, para luego dar paso al estudio y profundización, en relación a los
antecedentes señalados, sobre el pensamiento político de Salvador Allende.
En este sentido, tenemos que el estudio del pensamiento político y
filosófico nos ha hecho transitar por diversas teorías en las que el ser humano
ha vislumbrado la posibilidad de construir o desarrollar una realidad social,
política y económica distinta a la que vive. Estas teorías han sido vistas como realidades no-existentes, u-tópicas o simplemente
mundos soñados. Sin embargo, estas reflexiones e intentos por construir y proyectar realidades alternativas a las existentes se han producido desde la Antigüedad. Frente a esto, la realidad latinoamericana
y en particular la chilena no ha estado ausente, desarrollando y contextualizando
ideas que ayudan a la fundamentación teórica de la búsqueda por la emancipación
social, produciendo en nuestra historia hechos que han marcado el devenir de
los pueblos latinoamericanos. De este modo, en nuestra historia reciente, la
propuesta de la Unidad Popular constituyó un intento de construcción política y
económica distinta a la desarrollada dentro del capitalismo dependiente. Este
proceso político, denominado vía chilena
al socialismo, construiría por primera vez un modelo de transformación
socialista mediante el sufragio
universal.
Estos antecedentes nos
introducen, de modo general, en la problemática de estudio de nuestra
investigación, la que tiene como finalidad pensar nuestra historia, analizar
las distintas categorías conceptuales que componen el pensamiento político de
Salvador Allende y pensar el sujeto latinoamericano que en su búsqueda por la
independencia cultural, política y económica produce una nueva valoración de sí
mismo. A partir de esto, realizaremos un análisis al pensamiento
político de Allende, recapitulando previamente algunos antecedentes históricos y socioculturales
que están presentes en él. Para
finalizar con una conclusión que involucra una definición genérica de la vía chilena al socialismo y una
reflexión acerca del sujeto en el proceso de construcción de esta vía.
Para la consecución de nuestros objetivos hemos establecido una división
de nuestro trabajo en dos partes. En la primera de ellas se establecen los antecedentes
históricos y los rasgos identitarios de la sociedad chilena, cuyos ejes articuladores serán Los orígenes utópicos del movimiento
social, en una revisión necesaria a nuestro siglo XIX, La Modernización, por el
cambio en desarrollo económico, La Revolución rusa, por la propagación que produce en el Mundo de las ideas marxistas, y los Frentes
Populares, ya que son el antecedente directo de la forma política pluripartidista que tendrá la
Unidad Popular. Junto a esto, daremos una mirada a los rasgos identitarios propios de la realidad social chilena, a la forma de construcción de su noción de clase y a la relación que establece con la democracia.
Mientras que en
la segunda parte se tratará de manera directa
el pensamiento político de Salvador Allende, el que está analizado
conceptualmente a partir de tres categorías principales
que logramos desprender de lo
que, a nuestro juicio, es lo central de su pensamiento político, la denominada la vía chilena al socialismo: la interpretación que hace del marxismo, la concepción que él desarrolla sobre la democracia y,
finalmente, el sentido de la independencia. Cada categoría está trabajada por
los conceptos que Salvador Allende señala y define, interpretando, asimilando y
desarrollando, a fin de establecer y dar forma a un pensamiento político
genuino, que va más allá de una simple simbiosis de diversas ideas, ya que, como veremos, la vía chilena al socialismo involucra una
aportación nueva, creadora a las ideas apropiadas y transformadas por
nuestras particularidades, como también se vuelve realidad para la práctica
revolucionaria.
Finalmente, tenemos un capítulo compuesto por las conclusiones, en las
que realizamos dos ejercicios, por una parte, la definición desde el
pensamiento político de Salvador Allende de lo que entiende por vía
chilena al socialismo y, por otra, una reflexión filosófica, o si se quiere
de antropología filosófica, acerca del sujeto y su rol como constructor del
proceso que buscaba ser un nuevo camino al socialismo y de liberación de la dependencia.
[1] Galeano, E. (2006). Las venas abiertas de América Latina.
Santiago: Pehuén, p. 363.
[2] Zea, L. (1987). Filosofía de la
Historia Americana. México: Fondo de Cultura Económica, p.15.
[3] Subercaseaux, B. (1988). La
apropiación cultural en el pensamiento y la cultura de América Latina. En
revista Estudios Públicos n°30.
Santiago.
[4] González, V. (2009). La crítica cultural latinoamericana y la
investigación educativa. Caracas: Fundación Nacional de Historia, p.86
[5] Antonio Labriola (1843-1904) será uno de los primeros marxistas o
estudiosos de Marx no dogmáticos, realizando importantes apreciaciones sobre el
materialismo histórico. Sus ideas serán consideradas posteriormente por
Gramsci, quien dará una mayor profundidad y desarrollo al concepto de praxis.
Un libro importante de Labriola es Socialismo y Filosofía en que se
reúnen una serie de diez cartas enviadas a George Sorel en 1897.
[6] Para una profundización sobre los estudios de Gramsci ver: Introducción
a la filosofía de la praxis en: www.institutodeestudiosmarxistas-leninistas.com
[7] Para una profundización sobre este concepto y estudio del marxismo
como filosofía de la praxis se recomienda ver Sánchez Vázquez, A. (2003) La
filosofía de la praxis. México: Siglo XXI. No obstante es necesario
aclarar, que el sentido que da a este concepto Sánchez Vázquez lo recoge
directamente de su estudio sobre las Tesis sobre Feuerbach, no teniendo
origen en el concepto de Labriola y Gramsci, aun cuando tenga coincidencias
evidentes.
[8] Las once Tesis sobre Feuerbach son una gran síntesis del
pensamiento filosófico de Marx, escritas en 1845 en Bruselas, fueron adaptadas
y publicadas por primera vez en 1888 por Engels en su texto Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía
clásica alemana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario