lunes, 30 de septiembre de 2013

El NO y sus consecuencias, una mirada crítica

Desde hace mucho tiempo resuena el eco alegre del triunfo democrático por el cual se puso fin a la Dictadura militar, cuya algarabía fue tanta en ese momento que se extendió por 20 años como la repetición de un disco en mal estado. Pero al mirar lo sucedido posteriormente y el actual momento que atraviesa la sociedad chilena nos es posible advertir una serie de “eventos desafortunados”, por llamar de algún modo a todas esas decisiones y acciones que se llevaron adelante como parte de un supuesto programa que definía la vida democrática como supresión de la diferencia, pues, en efecto, la política tendió siempre a caminar por el acuerdo impositivo de un sector que en Chile siempre ha sido una minoría. Ahora bien revisemos brevemente algunas consecuencias en esa pequeña historia de los últimos 25 años.
El triunfo del NO y su eslogan que indicaba una alegría futura suprimió de facto el sentimiento profundo del dolor, el temor y angustia ante un país lleno de injusticias y arbitrariedades que durante 17 años tuvo como discurso principal el anti-comunismo, dando la esperanza que todo podía cambiar y que además eso provocaría la alegría (entiéndase dignidad) de vivir mejor. Sin embargo esa utópica posición y proyección política tenía como resultado inmediato el triunfo del modelo que se impuso mediante la Dictadura, pues era someterse a las reglas del juego pre-establecidas en una Constitución fraudulenta, pero además llena de vicios justamente anti-democráticos en que una minoría siempre, sin importar los resultados electorales, se ha visto favorecida.
Pero el problema no se detiene ahí, que ya es muchísimo. Sino además ese hipotético triunfo trajo consigo una serie de acuerdos que pretendían, y en gran medida lo lograron, hacer borrón y cuenta nueva, algo así como comenzar una nueva independencia legalmente establecida, luego de una “supuesta” guerra civil por esa independencia que se obtuvo con el Golpe de Estado del “cáncer marxista”, de ahí la figura pletórica de Pinochet como Capitán General, grado solo ha sido sustentado por el llamado padre de la patria Bernardo O´Higgins. Entonces, a partir de esta constitución se ordenaba el curso estable de lo que ese sector minoritario definió cómo la correcta forma de vivir en democracia, con acuerdos y limitaciones que desde el primer gobierno concertacionista de Aylwin se han visto beneficiados, por ejemplo, acuerdo para no investigar los casos de las privatizaciones de las empresas estatales llevado a cabo en Dictadura, intento y esto es muy sospechoso, por eso no solo es dudosa sino también inverosímil la posición de desconocimiento de las violaciones a los derechos humanos por parte de ese sector minoritario que gobernó junto al dictador, promover la misma amnistía (olvido en griego) para los delitos de lesa humanidad cometidos por los militares, mantenimiento del modelo en sus bases fundamentales de salud, educación, vivienda, previsión y sistema tributario, asimismo como del sistema electoral y conservación de la institucionalidad adquirida de las fuerzas armadas. En fin, todo un conjunto que solo hacía mantener lo fijado por medio de un terrorismo de Estado.
Entonces cabe preguntarse ¿Qué tuvo de positivo el triunfo del No en Chile? Una cosa, poner fin a la arbitrariedad que era tan grande que la diferencia era desaparecida, silenciada, asesinada y torturada. El NO puso fin al Terrorismo de Estado. Ese fue el triunfo, más no significó ninguna otra cosa, pues todo lo demás ha sido con el beneplácito de un poder económico que saca bien sus cuentas y permite hacer algún pequeño cambio que signifique siempre más crecimiento económico para el consumo, pues la política de los bonos es una muy social forma de traspasar fondos públicos a los privados, pues aumenta la capacidad de consumo de una familia por una vez al año entregándole esos fondos en la compra al propio privado. Pues hoy en Chile todo tiene un valor monetario.

En este sentido, Piñera ha sido el presidente más concertacionista de todos, pues ha sido pragmático en todo sentido contraviniendo incluso posiciones pactadas como el 10% del cobre en las fuerzas armadas, el voto voluntario o la cobertura económica desde el Estado a los estudiantes de Educación Superior, pero como todo se ha visibilizado como verdaderamente es, como política de derecha, ha producido un estado de subjetividad social distinta que ha presionado a los dirigentes políticos que triunfaron con el NO a hacerse eco de sus demandas, cuestión que ha provocado un cambio en el escenario político, esta vez el voto no será para mantener el actual estado de cosas como ocurrió en las siguientes elecciones desde 1988, sino para cambiarlas. Se corrió la meta triunfalista a la que estaban acostumbrados ciertos dirigentes políticos. Hoy la ciudadanía demanda más porque perdió el miedo en las nuevas generaciones, lo que obliga a los sectores políticos a mantenerse en convicciones y no en conveniencias económicas, cuestión que solo se podrá ver en un próximo gobierno, ya que si no se cumple con lo propuesto se tenderá hacia caminos aún más caudillistas que los que estamos presenciando hoy en las distintas candidaturas. 

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